La música, al igual que las demás industrias creativas, tiene un valor intangible que complejiza la manera en que se valora financieramente, porque influyen variables intrínsecas al proceso de producción pero también influyen otras variables que tienen mucha más relación con el valor cultural, social y de satisfacción humana que no sólo son difíciles de medir, sino que también tienen un alto impacto en los productos y su relación con los espectadores. 

Por eso tenemos que entender lo que realmente estamos cobrando a la hora de cobrar por la música. Muchas veces confundimos la fabricación del CD o el DVD con el costo del mismo, pero lo que más cuesta es el contenido que éste tiene y es el que tenemos que entender cómo cobrar.

La música, al igual que las demás industrias creativas, tiene un valor diferencial sobre cualquier industria y son los derechos de autor de la misma música y es por lo que tenemos que cobrar. La ventaja sobre otros sectores, es que esos derechos se reusarán cada vez que usemos la música. En palabras sencillas, el costo total de crear la música se puede cobrar una y otra vez en CDs, DVDs, conciertos, licencias o hasta compilaciones con varios artistas.